Las oficinas compartidas (también conocidas como espacios de coworking) son un tipo de tendencia que está pegando fuerte en el mercado. Se trata de un espacio que es alquilado por profesionales para realizar un determinado proyecto y al mismo tiempo poder compartir información con otros profesionales que trabajan por cuenta propia.
Este tipo de recurso se suele utilizar como un lugar clave para reunirse fuera del horario laboral. Algunos profesionales utilizan este tipo de oficina para lograr crear un espacio de trabajo fuera de casa, ya que aseguran que allí no se pueden relajar.
Las principales ventajas de estas oficinas es que se fomentan valores como la comunicación, así como la participación de diferentes personas. Se crea un clima de comunicación que se utiliza para intercambiar distintos puntos de vista, así como para sociabilizar entre los diferentes usuarios que la van a compartir.
Lo más habitual es que en una oficina compartida, los miembros que las componen trabajen por cuenta propia, pero que al mismo tiempo estén buscando ciertas zonas clave para participar, para colaborar, para compartir ideas, buscar consejos, compartir conocimientos e ideas, etc. Es por ello, por lo que se deben de crear prestando atención a que sea un espacio en el que se potencie la flexibilidad, la creatividad, el conocimiento, la integración y conexión de los individuos, así como muchos otros valores.
Un punto clave que se debe de estudiar antes de construir una oficina compartida es la disposición en la que se van a poner los diferentes espacios de trabajo para los profesionales que la van a usar. La idea es que exista un cierto equilibrio entre estos espacios; de tal forma que cada profesional pueda decidir cuando quiere compartir, o bien cuando necesita su propio espacio para que nadie interfiera.
Lo más habitual es apostar por un tipo de mesa con forma alargada que nos permita aprovechar el máximo espacio posible. El diseño del mobiliario de las oficinas compartidas debería de haber sido confeccionado de forma que cada uno de los profesionales puedan estar cerca, pero al mismo tiempo que el espacio sea funcional, no agobiante, para que cada uno de ellos pueda desarrollar sus propias ideales sin limitaciones.
Bien es cierto que el diseño de una oficina compartida se basa en hacer de todo el lugar una zona común para que fluya la comunicación. Ahora bien, yendo más allá de estos espacios, también se suelen destinar algunos mucho más específicos para poder relajarse en grupo.
Por poner un ejemplo, se podría crear una cocina, o bien una zona para tomar café o para comer. Estas áreas están pensadas cómo zonas de esparcimiento; de esta manera, en el momento en el que los profesionales tienen algo de tiempo libre, van allí para poder relajarse.
No pueden faltar las zonas de reuniones en las que se atenderán a los clientes que se presenten. Las oficinas modernas utilizan estas salas de reuniones también como salas de esparcimiento de los profesionales; existen ciertos elementos, como mesas abatibles, que se pueden colocar y quitar de un momento a otro, lo que permitirá conseguir esta conversión rápidamente.
En el momento en el que se crea un espacio de coworking, la comodidad debe de ser estudiada con sumo detalle. Las ideas no entienden ni de tiempo, ni de espacio; de esta manera, es muy probable que los horarios con los que se trabajan en las oficinas compartidas, sean completamente distintos a los que nos encontraremos en una oficina tradicional.
Los profesionales deberían de hacer una buena inversión en mobiliario de calidad, que les ayude a estar cómodos, incluso aunque estén mucho tiempo delante de la pantalla. También debe de ser ergonómico, es decir, que se ajuste a las necesidades de cada uno de ellos.
Por poner un ejemplo, lo más seguro es que no utilice el mismo tipo de silla el profesional que se está encargando de desarrollar una nueva tecnología de VR (Virtual Reality), que un profesional que se dedica a gestionar redes sociales.
Las oficinas compartidas se adaptan a la perfección a lo que cada profesional está buscando en cada caso. Si un profesional se despierta hablador un día, podrá hablar en las zonas comunes, o en una mesa con el compañero que esté más cerca. En el caso de que un profesional se sienta más ermitaño, o bien que la tarea que esté llevando a cabo requiera de mucha más concentración, podrá aislarse tanto cómo quiera.
Al no tener unos jefes propiamente dichos, cada profesional podrá ir a la oficina como se le antoje. Si para un día hay concertada una reunión, podrán adaptarse a la misma. Además, también se tiene la facilidad de convertir el lugar en informal o formal según el momento. Si vienen los socios, siempre se puede adaptar una habitación a una sala de juntas de forma rápida, gracias a ciertos elementos cómo una mesa adaptable, a los proyectores, así como a elementos relacionados.
Se puede llegar tarde, o directamente no hará falta ni que pasemos por allí. Cada profesional será el único que se controle a si mismo. Nadie nos va a estar mirando mal por llegar cuando queramos.
En una misma oficina compartida nos podemos encontrar con un redactor web, con un bróker de bolsa, un webmaster, un profesional que gestiona un popular eCommerce. Esto supone toda una fuente de oportunidades, y es que siempre podemos intentar hacer alguna que otra consulta a nuestro “vecino”. Nunca se sabe cuándo se puede presentar una oportunidad.
Si tienes la ventaja de trabajar en una oficina compartida, podrás beneficiarte de todas estas características.
¡La oficina del momento, hecha realidad a día de hoy!