El baile de las sillas (de oficina)

La silla de oficina se ha convertido con los años en una extensión de nuestro cuerpo, ya que cada vez hay más personas que trabajan delante de un ordenador durante más horas. Todo ello ha llevado a que la evolución en el diseño de lo que hoy llamamos sillas ergonómicas haya experimentado un gran impulso desde que en 1968, el alemán Wilfred Dauphin creara el primer asiento que permitía ajustar el respaldo y la altura, aunque en esos términos el genio Le Courbusier ya había intuido en 1928 la importancia de este requisito en una silla de diseño como fue la LC1, que tenia un respaldo ajustable para elegir la postura más cómoda.

Hoy por hoy no es suficiente con que una silla permita ajustar el respaldo a la altura del usuario para que los pies lleguen al suelo; el ancho y la profundidad del asiento, el soporte lumbar o los apoyabrazos son factores importantes para tener en cuenta en el momento de adquisición del producto. La silla debe garantizar una postura adecuada que respete la curva natural de la columna vertebral y ofrezca soporte lumbar. De hecho, los diseñadores han desarrollado sistemas capaces de ajustarse automáticamente al peso del usuario. La rigidez o una postura inadecuada pueden pasar factura al cuerpo humano en forma de problemas de circulación, dolores musculares, calambres, fatiga, etcétera…

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Pero si bien el diseño ergonómico es un requisito sine qua non en el diseño de sillas, también lo es el aspecto estético. Los diseñadores juegan con rejillas, retículas y mallas en los respaldos, no solo como factor de transpirabilidad, sino también como elemento diferenciador. Las gamas se diseñan con multitud de complementos para adaptarlas a las distintas funciones de una oficina (reposabazos fijos y regulables, cabezales, posiciones de bloqueo, bases giratorias con ruedas de autofrenado,…). Si quieres una de estas sillas de oficina en bilbao, aquí las encontrarás. Se ofrecen todo tipo de acabados para adecuarse a los más dispares ambientes de trabajo, sin renunciar al confort y a la funcionalidad.

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En resumen, las sillas de oficina actuales son capaces de acompañarnos en la danza diaria que representamos durante las horas de trabajo, pero también de ocio (porque buena parte de este tiempo se consume delante del ordenador), adaptándose a esos inconscientes movimientos de forma natural sin desequilibrar la sinfonía estética del espacio laboral.

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